¡Desde que estamos pequeños, nos están dando la catedra de no pelear… y eso está bien!

Pelear por definición ser refiere a: …»Luchar contra algo o alguien, especialmente empleando la fuerza física en un enfrentamiento, para vencerlo y conseguir un fin (Def RAE)«.

Cuando pensamos en esto, ¿qué se nos viene a la cabeza?

Una lucha donde siempre uno pierde y el otro gana. También está la confrontación, que se relaciona con mantenerse en actitud de oposición ante un problema, situación difícil u obligación sin eludirlos, asumiendo el esfuerzo que suponen de acuerdo con sus exigencias (DEF RAE). Esta acción también esta muy relacionada con perder y ganar, con lucha o esfuerzo y ambas nos llevan a evitarlas, a dejar las cosas así para no entrar en líos o tener problemas con otros… por encima de nosotros mismos.

El tema de todo esto es que nos hemos acostumbrado a no conversar las cosas que sentimos, a no expresar lo que nos gusta o nos molesta, a no confrontar o generar malestares en otro, y resulta que los mayores malestares nos los ganamos nosotros mismos. Nos llenamos la cabeza de cuentos y de pensamientos que refuerzan creencias que nos pueden limitar, y a largo plazo, generar cansancio emocional o físico.

Expresar lo que sentimos es vital para mantenernos equilibrados, ya que al dejar de decir las cosas que nos gustan o no (normalmente las que no nos gustan son las más complejas), no estamos expresando nuestro sentir.

Aunque si te pregunto, ¿cuáles son esas cosas que te encantan de la vida? ¿Y si las expresas? ¡Seguro vas a quedar en blanco! Vamos por la vida reclamándole al mundo, de mal genio con las personas, o simplemente con una incomodidad permanente y con un sentimiento de decepción o frustración.

Cuando aprendemos a tener esas conversaciones, la sensación de libertad y poder propio nos quitan un peso, nos dan la sensación de haberlo dicho y además nos permite hacer peticiones claras acerca de lo que queremos que suceda.

Para tener esas conversaciones, y dejar claros unos temas…

  1. Identifica qué es lo que realmente estás sintiendo…

Es vital que tengas claro qué es lo que realmente pasa. Identifica que emoción es la que estás sintiendo, mira hacia adentro y atiéndela. Date cuenta de qué te viene a contar y desde qué papel lo estás tomando, desde el actor principal o el del extra de la película. Escúchate y sé consciente de qué conversaciones estás teniendo contigo mismo.

  1. Entiende qué responsabilidad tienes en ello…

Aquí comienza todo. Asumir que somos cómplices de cómo nos tratan los otros. Es momento de saber cuáles límites dejamos de decir, qué fue lo que toleramos, aceptamos o ajustamos que ya se sale de las manos. Hacernos cargo de las cosas y ver la responsabilidad que tenemos es una de las cosas más complejas de la vida. Hemos aprendido a echarle la culpa al gobierno, al clima, al marido, a los papás y demás, y no nos damos cuenta que muchas de las cosas que tenemos en la vida son por nuestro propio comportamiento.

Y aquí, cuando haces consciencia en este punto, te comenzarás a dar cuenta que conversar, poner límites, establecer acuerdos, expresar claramente lo que quieres o lo que no, poner sobre la mesa, como quieras llamarle ¡es una de las mejores cosas que puedes hacer para tu vida y tus relaciones!

  1. Genera el espacio de conversación…

Una vez tengas la claridad, es el momento de comenzar a cambiar el hábito de evitar expresarte para no tener problemas con otros, además del miedo patológico que tenemos a ser rechazados.

Lo primero es cambiar esa creencia de pensar que decir lo que sientes es problemático. Todo depende la forma y el espacio. Se trata de tener conversaciones maduras en donde las personas implicadas puedan tener conocimiento de aquello que genera molestia o bienestar. Y ojo, no se trata de ir por el mundo imponiendo lo que pensamos, creyendo que tenemos la verdad absoluta.  Ahora, es claro que es necesario expresar lo que sentimos, sin embargo no a todas horas, ni con todas las personas. Escoge tus batallas y las personas.  Ten presente que existe la posibilidad que la otra persona no se sienta cómoda con lo que tienes para decir, y puede que la reacción inicial no sea muy buena. Sin embargo, en la mayoría de los casos, tiende a mejorar notablemente.

Lo segundo es tener la certeza de que lo que estás expresando es UN SENTIR y es válido para ti. El objetivo es sacarlo y que puedas hacer una petición frente a la situación, no es convencer o hacer que el otro piense como tú y menos que cambie para ti. Recuerda que tú cambias y cambia el mundo.

Este es un tema que muchas veces no sabemos manejar o que por experiencia de vida hemos aprendido a evitar. Si quieres saber cómo hacerlo, puedo ayudarte y guiarte en el proceso de generar el hábito de expresarte en función de tener relaciones sanas y de fomentar el bienestar y tus estados de felicidad en tu día a día.

Hablemos y veamos juntos todas las posibilidades que tienes para estar en el lugar que quieres.

Si necesitas ayuda, apoyo o alguien con quien hablar, yo te puedo ayudar. Contáctame al correo contacto@mariaclaudiaarrieta.com o al WhatsApp (+57) 3163762066